lunes, 27 de enero de 2014

SANTOS Y BEATAS DE SALVATIERRA, HISTORIAS DE






La cultura popular ha dispensado a los hombres y mujeres santas desigual trato y veneración. Así en unas ocasiones los dichos populares los cuestionaban como este que decía “ De dinero y santidad la mitad de la mitad”, del que se desprendía un cierto escepticismo ateo que consideraba que ni tan ricos eran unos, ni tan virtuosos otros, y en otras sin embargo, echaban mano de la expresión tiene la paciencia de un Santo, para expresar la infinita virtud que la Biblia ensalza como madre de todas ellas y que elevaba a estos propietarios de tan raro talento a los altares. La Iglesia y sus doctores, ávidos de imaginería para sus templos necesitados de plasmar los motivos de la adoración en iconos tangibles a los fieles o en otros casos hacer tintinear los cepillos con el metal de las dádivas, se cuidaron mucho de alimentar una extensa hagiografía, que aun siendo palabra rara, habla de las vidas de los santos y condiciona cotidianamente nuestro calendario... aunque muchos no lo sepamos. 

En fin, que no vamos a ponernos ni místicos ni agnósticos, aunque si vamos a mencionar un curioso apunte histórico titulado “En virtudes”. Este aparece en el libro del Religioso agustino e Historiador Enrique Flórez  “España Sagrada, Theatro Geographico Histórico de la Iglesia” y nos cuenta lo siguiente:   (Trascripción literal)

También han sobresalido en virtud y piedad algunas personas como el Ven. Fr. Gregorio de Castro, llamado de San Diego, natural de Tuy, que entró religioso lego en el convento de San Diego de Salvatierra y escribió su vida y sus prodigios el chronista Castro en el tomo 2 de su Árbol de la Provincia Seráfica de Santiago desde la página 348 en adelante.

El mismo autor, el maestro Villerino refiere además  la existencia de otras dos venerables Religiosas en el Convento de Vista alegre de Villagarcía, ambas de la diócesis de Tuy.

Una fue la M.Inés de la Asunción, llamada en el siglo Doña Inés de Camba y Sotomayor, que casó y fue señora de la nobilísima Casa de Teanes, cerca de Tuy, pero enviudando, dejó el mundo por el sayal de aquellas Agustinas Recoletas y habiendo sido en el mundo de recia condición, se venció y humilló tanto en el nuevo estado que jamás la vieron ayrada. La pompa del siglo la resarció esmerándose en las acciones más humildes de barrer y fregar. Solo tres horas daba al descanso corporal en la noche, gastando los demás en oración: a lo que se juntaba una finísima adoración al Santísimo Sacramento, cuyos efectos solían ser visibles después de comulgar: y por la particular devoción que tuvo a estar presente en las misas que se decían en la Iglesia, la premió Dios, concediéndola oír misa el día de su tránsito, que fue a 28 de Noviembre de 1658 ( tomo 2 pag 56).

Otra fue la madre Jacinta de la Visitación, llamada antes de Puga y Ojea, natural de Salvatierra de nuestra Diócesis, muy penitente y devota del Niño Jesús, que después de muy purificada la llevó para sí en el día de su dulcísimo nombre (año de 1686) con las demás particularidades que refiere allí el autor.


FUENTES: Enrique Flórez  “España Sagrada, Theatro Geographico Histórico de la Iglesia" año 1799
                   Claudio Gonzlez Pérez: " Tierra del Condado"

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