lunes, 8 de octubre de 2012

SALVATIERRA, HISTORIAS DE. EL ZAR DE ASTURIAS EN SALVATIERRA.

Portada del libro de Joaquín Fernández
 

El 11 de agosto del año 1888, el Faro de Vigo dedica una reseña periodística a la presencia de una autoridad de apellido Pidal. Nos habla de su visita a las fábricas del barrio de Lavadores en Vigo propiedad de los señores Bárcena y López de Neira, de una incursión en la real villa de Bayona para a continuación visitar la  recién acabada construcción del puente internacional de Tuy.  Se menciona también entre los actos programados una visita a la Finca de Teanes en Salvatierra de Miño, propiedad del Sr Alejandro Mon. Pero ¿Quién era este personaje que el periodista menciona escuetamente por su apellido y cuál es el por qué de su visita a Salvatierra?.
 
Para resolver este interrogante tendríamos que retroceder una generación y situarnos en los orígenes familiares de los protagonistas mencionados en el Periódico de Vigo, es decir, tendríamos que referirnos a los padres respectivos de Alejandro, anfitrión en Salvatierra y Pidal, su invitado según relata el Faro.
 
Los padres de ambos, Alejandro Mon y Menéndez ,Ministro de Hacienda y una de las figuras señeras recordadas por la modernización de España en aspectos tan importantes como el sistema tributario o las comunicaciones y Pedro José Pidal, Marqués de Pidal,  Ministro de la corona, medievalista, escritor, y diplomático, eran a la sazón cuñados, dado que Pedro José se había casado con Manuela Món, hermana de Alejandro Món y Menéndez. Podemos colegir de los datos aportados que la visita tenía obvias connotaciones familiares, ya que el misterioso personaje a resultas del poco rigor periodístico de la época, se trataría en buena lógica, de Alejandro Pidal y Mon cuyo parentesco como primo-hermano de Alejandro Mon y Martinez, hacia preceptiva la cortesía de la visita en su incursión en tierras gallegas.
 
Alejandro Pidal Y Mon , fue tio de Ramón Menendez Pidal, director de la Real Academia Española y ocupó el cargo de ministro de fomento y miembro de la Academia de Ciencias morales y políticas. Su mandato caracterizado por una exacerbada defensa de los valores tradicionalistas católicos le enfrentó en no pocas ocasiones con sectores menos reaccionarios y conservadores.
 
El escritor Leopoldo Alas Clarín diría de él :
  (Madrid Cómico, 21-2-1891), escribe: “Y en eso estábamos cuando […> quos ego, quiero decir, cuando se presenta el Neptuno en bable, el Júpiter Tronante (Tronante, señores cajistas, cuidado) de Pravia y de Piloña, el gran aguador de todas las fiestas de la libertad asturiana, el Barba Azul de montera picona, el hijo de Filipo José Pidal, o sea, Alejandro Mínimo, Alejandro el Barbudo, Perico el Ermitaño, iniciador de la cruzada contra los Torenistas, en fin, el discípulo de Aristóteles cardenalino, el hermano segundo y adocenado del marqués de Pidal."
 
Alejandro Pidal, con su imagen peculiar de luengas Barbas defendió en una época diferentes postulados hoy en día trasnochados como la prohibición de la libertad de cultos o el matrimonio civil y supo en otro orden de cosas ser beligerante contra la exclavitud en ultramar o reconocer el valor patrimonial de las Murallas de Avila o el Acueducto de Segovia declarándolos durante su mandato Monumento Nacional. De una forma u otra, el Zar de Asturías, como reza el titulo del libro, paseó su humanidad barbuda por las tierras del Condado de Salvatierra en aquellos años finales del siglo XIX.
 

 

 

 


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