La cultura popular ha dispensado
a los hombres y mujeres santas desigual trato y veneración. Así en unas
ocasiones los dichos populares los cuestionaban como este que decía “ De dinero y santidad la mitad de la mitad”, del
que se desprendía un cierto escepticismo ateo que consideraba que ni tan ricos
eran unos, ni tan virtuosos otros, y en otras sin embargo, echaban mano de la
expresión tiene la paciencia de un Santo,
para expresar la infinita virtud que la Biblia ensalza como madre de todas ellas
y que elevaba a estos propietarios de tan raro talento a los altares. La
Iglesia y sus doctores, ávidos de imaginería para sus templos necesitados de plasmar los motivos de la adoración en iconos tangibles a los fieles o en otros
casos hacer tintinear los cepillos con el metal de las dádivas, se cuidaron
mucho de alimentar una extensa hagiografía, que aun siendo palabra rara, habla de
las vidas de los santos y condiciona cotidianamente nuestro calendario... aunque
muchos no lo sepamos.
En fin, que no vamos a ponernos
ni místicos ni agnósticos, aunque si vamos a mencionar un curioso apunte
histórico titulado “En virtudes”. Este aparece en el libro del Religioso
agustino e Historiador Enrique Flórez “España
Sagrada, Theatro Geographico Histórico de la Iglesia” y nos cuenta lo
siguiente: (Trascripción literal)
También han sobresalido en virtud y piedad algunas personas como el
Ven. Fr. Gregorio de Castro, llamado de San Diego, natural de Tuy, que entró
religioso lego en el convento de San Diego de Salvatierra y escribió su vida y
sus prodigios el chronista Castro en el tomo 2 de su Árbol de la Provincia
Seráfica de Santiago desde la página 348 en adelante.
El mismo autor, el maestro Villerino refiere además la existencia de otras dos venerables
Religiosas en el Convento de Vista alegre de Villagarcía, ambas de la diócesis
de Tuy.
Una fue la M.Inés de la Asunción, llamada en el siglo Doña Inés de
Camba y Sotomayor, que casó y fue señora de la nobilísima Casa de Teanes, cerca
de Tuy, pero enviudando, dejó el mundo por el sayal de aquellas Agustinas Recoletas
y habiendo sido en el mundo de recia condición, se venció y humilló tanto en el
nuevo estado que jamás la vieron ayrada. La pompa del siglo la resarció
esmerándose en las acciones más humildes de barrer y fregar. Solo tres horas
daba al descanso corporal en la noche, gastando los demás en oración: a lo que
se juntaba una finísima adoración al Santísimo Sacramento, cuyos efectos solían
ser visibles después de comulgar: y por la particular devoción que tuvo a estar
presente en las misas que se decían en la Iglesia, la premió Dios,
concediéndola oír misa el día de su tránsito, que fue a 28 de Noviembre de 1658
( tomo 2 pag 56).
Otra fue la madre Jacinta de la Visitación, llamada antes de Puga y
Ojea, natural de Salvatierra de nuestra Diócesis, muy penitente y devota del
Niño Jesús, que después de muy purificada la llevó para sí en el día de su
dulcísimo nombre (año de 1686) con las demás particularidades que refiere allí
el autor.
FUENTES: Enrique Flórez “España Sagrada, Theatro Geographico Histórico de la Iglesia" año 1799
Claudio Gonzlez Pérez: " Tierra del Condado"
Claudio Gonzlez Pérez: " Tierra del Condado"