El desplazamiento de millones de
españoles en masa desde 1882 registrado por el Instituto Geográfico y
Estadístico a partir del movimiento anual de entradas y salidas de pasajeros de
los puertos españoles cifra en alrededor de 3 millones y medio los españoles que
partieron a América, aunque estimaciones posteriores sitúan la corriente
emigratoria entre 1882 y 1935 en torno a los 4,7 millones de personas.
barco de emigrantes 1915. Foto Pacheco |
A la sombra de este fenómeno migratorio en la década de los años
20 existió un pujante negocio que de espaldas a la ley y dentro de ella* y con
la principal intención de eludirla, enriqueció a toda una red de individuos de
diferentes condiciones. El negocio se sustentaba en la necesidad de muchos
de estos emigrantes de conseguir la documentación necesaria para embarcar con
destino al destino que le deparaba el continente americano.
Salvatierra de Miño no iba a ser ajena a este éxodo y sería en su
condición de frontera un centro de operaciones de muchos de estos personajes film noir , que unas veces venidos de fuera
y otras veces en connivencia con personajes locales, constituían toda una trama
de intermediarios y falsificadores de documentos. En puertos como Vigo o La
Coruña este colectivo se veía ampliado por marineros chispos, funcionarios
corruptos, descuideros del equipaje ajeno, posaderos desaprensivos,
revendedores de billetes, cocineros aprovechados, reclutadores oficiales y
reclutadores clandestinos o “ganchos” enganchadores”, gatekeepers, “mediadores” o “fiadores”, al
servicio de las políticas migratorias de los países latinoamericanos ,
presuntos agentes de viajes que se aprovechaban de la ingenuidad y la
desesperación de los emigrantes.
Esa labor de falsificación se justificaba, digámoslo así, por ciertos
impedimentos que negaban la posibilidad de viajar al ansiado destino. Dichos
impedimentos en ocasiones tenían que ver con razones de peso. Tal es el caso de
los jóvenes que deseaban evitar un servicio militar de tres años obligatorio
que privaba de mano de obra a las familias necesitadas y del que era difícil
eximirse si se era pobre. El pago al estado de ciertas cantidades o el
reemplazo por otro joven que era una forma de eludir este compromiso no estaba
al alcance de la mayoría de los jóvenes de clase baja por lo que muchos de
ellos acuden a reclutadores o falsificadores. Existen otras razones de
diferente índole; se controla también la salida de mujeres solteras o de
casadas sin autorización del marido y en ocasiones desde el otro lado del Miño
llegan portugueses buscando exilio político (como consecuencia de la
contrarrevolución monárquica de 1912 )y con este exilio por ende, la puerta de entrada al otro
lado del Atlántico.
Pero además de todas estas motivaciones existen otras de menos
altura moral y son aquellas que tienen que ver con las personas que están en
deuda con la justicia, criminales (mencionábamos en una reciente entrada la
fuga del Marracú a Cuba) prófugos y gentes de mal vivir. Es por ello que la
Dirección General de Seguridad pone en marcha una campaña en la que la policía
en colaboración con la escasa dotación de agentes aduaneros trata de poner coto
a este entramado, o cuando menos darle una apariencia de seriedad al descalabro
ya existente. El primero en caer es Constantino Vidal, el propietario de la
fonda Llamada “ La Orensana” en Vigo, en la calle Hernán Cortés, 7. En el
registro efectuado en la Fonda detienen a seis súbditos portugueses y dos
españoles cuya documentación es falsa, si bien la falsificación es de tanta
calidad que no se distinguen de las verdaderas acreditaciones. Las
investigaciones llegan a Salvatierra de Miño donde los portugueses detenidos
pasaban el Miño en una barca en complicidad con un individuo llamado Constante
el cual los dejaba en manos de un tal Domingo González de Salvatierra que los
llevaba a Vigo, donde, naturalmente iban a parar a la Fonda la Orensana donde
entregaban grandes sumas por el servicio.
La habilidad de los
falsificadores no reparaba en dificultades. Se falsificaban pasaportes,
cartillas, cédulas, impresos de ayuntamientos, certificaciones de juzgados y
sellos de comisiones mixtas de reclutamiento referentes a individuos inútiles. En algún caso se habla de 3.500 pts por la falsificación de varios
pasaportes y objetos de oro.
Pasaporte. 1926. Vecina de Cabreira.-Salvatierra de Miño |
*Las redes de reclutamiento se asentaban en
múltiples escalones de apoyo activo. Desde el acuerdo tácito del párroco y el
alcalde hasta las autoridades consulares brasileñas instaladas en Lisboa,
Oporto y Vigo que posibilitaban la adquisición de documentos falsificados encubriendo
la ilegalidad de la emigración.
Fuentes:
-la emigración española en américa: historias y lecciones para el futuro. Mª Ángeles Sallé Alonso Ángeles Van den Eynde- Fundación Directa
-La Emigración Portuguesa a través de puertos gallegos (1891-1956). Julio Hernández Borge. Universidad de Santiago de Compostela
-Hemeroteca- ABC Viernes 1 de Febrero de 1929
-Hemeroteca- ABC Viernes 1 de Febrero de 1929
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