"Capicúa" Santi Marsal Miras. Collage de papel sobre cartulina. Artelista |
¡Dábale arroz a la zorra el abad! tal era la frase que el maestro recitaba con
delectación, explicando a su joven audiencia la curiosidad lingüística de los
palíndromos. Pensaba ensimismado en ese
capricho en el orden vocal que oscilaba de un extremo a otro de una frase, sin
perder en ningún momento su sentido y significado. No quiso explicarle a
aquellos rostros niños, atentos a su
instrucción, que el palíndromo era el único discurso posible en la boca de un
hombre que no podría alterar jamás su intención y morfología sin desvirtuarse,
intacto y capicúa, y que nunca, de
derecha a izquierda y al revés, aquel clérigo piadoso dejaría de alimentar al
artero animal en la forma exacta que había sido descrita.
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