Los pájaros y las piedras surcan el aire
con impulsos diferentes.
Los primeros, como los sentimientos
son migratorios, de gravedad leve;
y estos son a veces pétreos,
indefectibles a la caída.
Las alas se vuelven inútiles al no batirse
y las piedras pierden su inercia.
Gravito compasivo entre una celeste
calma de los actos.
Cuando no,
me precipito granítico a los infiernos.
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