Imagínese Usted un sala en la que se
vela un cadáver. Imagínese que en dicha sala un grupo numeroso de vecinos le
rinden el último adiós al fallecido y de pronto algo sucede. El suelo se hunde
bajo los pies y caja mortuoria, cadáver y vecinos en el duelo se precipitan
hacia las profundidades en un pandemónium de maderas rotas, polvo y lamentos.
Imagínese ahora otra situación diferente. En
esta ocasión los concurrentes están de celebración. El decorado es la bóveda de
una iglesia durante el oficio. De pronto una tormenta irrumpe con fuerza y se
oye un estrepito ensordecedor. Un fragor inusual que recuerda al
desprendimiento de una montaña mezclado con lastimeros tañidos de campana
invade todo. Los fieles buscan desesperadamente la puerta del templo
atropellándose unos a otros.
Las situaciones descritas
ocurrieron en realidad en el siglo pasado e hicieron buena la sentencia de que
a veces la realidad supera a la ficción.
El primero de los hechos ocurrió en
la parroquia de la Picoña en la primavera del año 1930. Un grupo de vecinos
velaban el cadáver de la difunta Isabel Pérez Martinez cuando el suelo de la
habitación cedió bajo el peso de las personas allí congregadas. Como
consecuencia hubo que lamentar la muerte de la niña Rosa Pereira Rodriguez
sobre la que cayó la caja fúnebre. Además resultaron lesionados de gravedad
Flora Barciela, Augusto González y Dolores Coto, esta última con la rotura de
una pierna y varias costillas. El balance final de heridos de diversa
consideración ascendió a 28 personas. Este suceso tuvo una amplia cobertura por
parte de la prensa local y nacional. Periódicos nacionales como la voz
(Madrid), la libertad o el Sol dieron cuenta del suceso.
Apenas unas semanas antes.
El segundo incidente ocurrió en
Salceda de Caselas durante la celebración de las fiestas de San Benito en la
Iglesia parroquial. Las fechas prácticamente coinciden. Si en el suceso anterior
nos situábamos en el mes de abril este viene fechado a 22 de marzo del mismo
año de 1930.Una tormenta con gran aparato eléctrico provocó que un rayo
impactara sobre la torre de la iglesia. El alcance causó el desprendimiento de
la cúpula y destrozó una campana. Se produjeron escenas de pánico al querer los
asistentes a la misa alcanzar el exterior del templo aunque salvo algunas
lesiones leves por caídas no hubo que lamentar en esta ocasión males mayores.
También esta vez, la prensa nacional se hizo eco de la noticia.
Como personas cabales desterramos
la superstición pero por si acaso, que habelas
hainas, nos encomendaremos a Santa Barbara para evitar males mayores
FUENTES-
Periódicos el Sol, la Voz, la Libertad, el Heraldo.
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