Portada del libro de Joaquín Fernández |
El 11 de agosto del año
1888, el Faro de Vigo dedica una reseña periodística a la presencia de una
autoridad de apellido Pidal. Nos habla de su visita a las fábricas del barrio
de Lavadores en Vigo propiedad de los señores Bárcena y López de Neira, de una
incursión en la real villa de Bayona para a continuación visitar la recién acabada construcción del puente internacional
de Tuy. Se menciona también entre los
actos programados una visita a la Finca de Teanes en Salvatierra de Miño,
propiedad del Sr Alejandro Mon. Pero ¿Quién era este personaje que el
periodista menciona escuetamente por su apellido y cuál es el por qué de su
visita a Salvatierra?.
Para resolver este
interrogante tendríamos que retroceder una generación y situarnos en los orígenes
familiares de los protagonistas mencionados en el Periódico de Vigo, es decir, tendríamos
que referirnos a los padres respectivos de Alejandro, anfitrión en Salvatierra y
Pidal, su invitado según relata el Faro.
Los padres de ambos,
Alejandro Mon y Menéndez ,Ministro de Hacienda y una de las figuras
señeras recordadas por la modernización de España en aspectos tan importantes
como el sistema tributario o las comunicaciones y Pedro José Pidal, Marqués de Pidal, Ministro de la corona, medievalista, escritor, y diplomático,
eran a la sazón cuñados, dado que Pedro José se había casado con Manuela Món,
hermana de Alejandro Món y Menéndez. Podemos colegir de los datos aportados que
la visita tenía obvias connotaciones familiares, ya que el misterioso personaje
a resultas del poco rigor periodístico de la época, se trataría en buena lógica, de Alejandro
Pidal y Mon cuyo parentesco como primo-hermano de Alejandro Mon y Martinez,
hacia preceptiva la cortesía de la visita en su incursión en tierras gallegas.
Alejandro Pidal Y Mon
, fue tio de Ramón Menendez Pidal, director de la Real Academia
Española y ocupó el cargo de ministro de fomento y miembro de la Academia de
Ciencias morales y políticas. Su mandato caracterizado por una exacerbada
defensa de los valores tradicionalistas católicos le enfrentó en no pocas
ocasiones con sectores menos reaccionarios y conservadores.
El escritor Leopoldo
Alas Clarín diría de él :
Alejandro Pidal, con su
imagen peculiar de luengas Barbas defendió en una época diferentes postulados
hoy en día trasnochados como la prohibición de la libertad de cultos o el
matrimonio civil y supo en otro orden de cosas ser beligerante contra la exclavitud en ultramar o reconocer el valor patrimonial de
las Murallas de Avila o el Acueducto de Segovia declarándolos durante su
mandato Monumento Nacional. De una forma u otra, el Zar de Asturías, como reza
el titulo del libro, paseó su humanidad barbuda por las tierras del Condado de
Salvatierra en aquellos años finales del siglo XIX.
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